

como puede donar & ayudar a nuestro ministerio

ASÍ LO VEMOS:
LA GENTE ES MÁS IMPORTANTE
Como iglesia, las personas están en el centro de todo lo que hacemos, no su dinero. No miramos a nadie con la perspectiva de “bases de donantes” ni de “proyectos favoritos” para quienes tienen más recursos. Anhelamos que toda persona que nos visite se sienta bienvenida, ofrezca o no una contribución.
DAR ES, ANTE TODO, ADORACIÓN
Algunas personas dan por obligación y otras como “inversión” esperando algo a cambio; ninguna de esas razones refleja el mandato bíblico. Dar es un acto de adoración entre tú y Dios, por lo que no debe hacerse por presión ni por culpa (Romanos 12:1; 2 Corintios 9:6–8).
PREFERIMOS CELEBRAR LO QUE DAMOS, NO LO QUE RECIBIMOS
Quienes contribuyen generosamente en ICGG lo hacen para bendecir a las personas que cruzan nuestras puertas y a la comunidad en la que vivimos. Es un sí práctico al prójimo y una expresión de fe.
LA VIDA NO TRATA DEL DINERO, PERO RECONOCEMOS SU NECESIDAD
Nos encantaría vivir en una sociedad donde todo fuese gratuito; sin embargo, la realidad es que instalaciones, servicios y ministerios requieren financiamiento. Administramos con un presupuesto sobrio y transparente, procurando que cada recurso se invierta en lo que creemos importante para Dios y su obra.
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OFRENDAS Y DONACIONES
Dar es una respuesta de gratitud: “Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7). La Biblia nos anima a sembrar con generosidad y buena voluntad (2 Corintios 9:6), sabiendo que el Señor usa cada ofrenda para bendecir vidas y abrir puertas al Evangelio. Jesús también enseñó: “Dad, y se os dará” (Lucas 6:38). Por eso, cada donación se hace con oración, integridad y transparencia, buscando honrar a Dios y servir mejor a nuestra comunidad.
DIEZMOS
El diezmo es una práctica de fe que expresa confianza y prioridad espiritual: “Honra al Señor con tus bienes y con las primicias de todos tus frutos” (Proverbios 3:9–10). Dios promete cuidar de su pueblo cuando éste responde con obediencia: “Traed todos los diezmos al alfolí… y probadme ahora en esto” (Malaquías 3:10). En la iglesia, el diezmo sostiene la obra ministerial, la enseñanza, la misericordia y la misión; cada creyente aparta con constancia, según ha dispuesto en su corazón (1 Corintios 16:2), no por presión, sino como acto de adoración.
